miércoles, 13 de enero de 2010

Marion, dice que se llama Marion / parte 3

Aburrido de ver como mis amigos le metían mano a las bailarinas y las bailarinas sacaban partido de esto pidiendo otros tragos para ellas, decidí orinar.
Escuché como mis amigos me gritaban: "adios putito, que todo salga bien".

Iba camino al baño cuando ví a Marion. Me di cuenta que hacía perfecto su trabajo. Era como un tigre en cacería. Atacaba y destrozaba despiadadamente a su presa.

Se sentó junto al tipo ebrio de traje que había observado desde que entré al bar. Lo abrazó y le dijo algo al oído. Seguramente la muy cabrona le pidió que le invitara un trago y el pobre tipo con la poca conciencia que le quedaba por su majestuosa peda,aceptó.

¡Estaba en lo correcto!, el mesero se acerco a Marion y le puso un trago en la mesa.

Llegué al baño y como en todo buen putero, estaba el tipico empleado de sanitarios. Un viejo de más de 80 años, con pantalón negro y camisa blanca, siempre atento a lo que pasa en su territorio, sin importar si orinas o cagas, ahí está el, esperando a servir.

Terminé de orinar y comenzé a lavarme las manos. En menos de un segundo, el viejo se acercó con una docena de toallas de papel, y me dijo: "Mi señor, aquí tiene usted"

Con la mirada en las toallas que secaban mis manos, le pregunté: ¿A qué hora termina de trabajar ?
- A las 6 de la mañana - respondió con una voz cansada y quebradiza.
- ¿ Está diario aqui?
- Si
- ¿Me imagino que debe estar harto de su empleo?
Y con una sonrisa malévola en su cara y sin titubeos, respondió: ¿En qué lugar del mundo le puedes ver las tetas sin prejucios a tus compañeras de trabajo?

Lo único que pude hacer fue reirme. Su respuesta mato cualquier cuestionamiento más. Salí del baño pensando en como sería el mundo si todos estuvieramos desnudos para hacer nuestras actividades diarias.

Mientras caminaba a mi mesa, busqué con la mirada el lugar dónde se sentaba Marion. Ahí estaba ella, bailando al ritmo de la música, rozando su humanidad sobre el cuerpo inerte del briago de la corbata. El tipo observaba más a la mesa que la piel de Marion. Seguramente la cuenta del pobre desdichado fue infinita. Ahora tendrá que trabajar como bestia durante seis meses para saldar el gasto de una noche de copas.

Llegué a la mesa y uno de mis amigos ya no estaba, había ido a un privado para que una bailarina lo satisfaciera. Mi otro amigo, estaba hipnotizado con la otra chica. La única cosa que se me antojó hacer, era seguir tomando mi bourbon mientras observaba los desfiguros de los pocos clientes del lugar.

Tomé el menú del antro y comencé a leerlo. En verdad los precios eran elevados, pero lo que más me impactó fue el precio de un artículo fuera de serie. ¿Qué putas madres hace un muñeco de peluche en un menú de tragos?, me pregunté mentalmente, y lo más cabrón, ¿Porqué lo venden en mil pesos?. Mientras refleccionaba lo que estaba viendo, escuche una voz sensual al oído que decía: Ya me vas a pelar, ¿ o sigues con tu actitud de marica?.

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