domingo, 7 de noviembre de 2010

Un paseo por el "Table"

Como todos los jueves después de una juerga en el Zazá* , los últimos en salir del bar fuimos el Bruce, el Diablo y Yo, un poco mareados por el alcohol. Bruce con una voz barrida y la mirada perdida preguntó: ¿Qué sigue?
- ¡Vámonos de Putas!  Respondió el Diablo .
 El Diablo es uno de los tipos más extraños que he conocido en mi vida, es un especimen raro, una combinación entre el mal y lo culero, cuando puede saca ventaja de los amigos, pero eso si, es el primero en ayudarlos.
De inmediato nos subimos en un taxi y nos encaminamos hacia un putero de la Zona Rosa, y en menos de cinco minutos, ahí estabamos, frente a la puerta de uno de los varios bares que se pueden encontrar en esta zona.
¡Buenas noches caballeros! se dirigió uno de los cadeneros hacia nosotros, con una sonrisa que intimida, ¡Dejenme hacerles una revisión! en ese instante se acercaron tres tipos más, eran mitad gorila y mitad robot, a los cuales no le sacas una sonrisa ni a madrazos. Comenzaron a revisarnos y el Diablo dijo: O quitas tus manos de mis huevos o mínimo dame un besito, terminando su frase con una carcajada diabolica como las que el acostumbra a hacer. El cadenero sonrió, sólo por que era un cliente.
¡Pasen porfavor, si gustan dar una propina, se los agradeceré!, dijo el cadenero con una seguridad inquebrantable.
¿Qué? este tipo está pendejo, ¡ si sólo falto que le bailaramos al cabrón ! - repliqué mentalmente. Sólo le sonreí y me metí al lugar sin darle un sólo centavo.

Una de las cosas que más odio de este planeta, son los bares de table dance y no es que sea moralísta, sino es por esa insistencia desmedida del personal (cadeneros, meseros , bailarinas y cigarreras) en querer enjaretarte algo, o pedir una propina a toda pinche hora, además de las malditas cuentas.

¡Son ciento veinte pesos de cover, por persona!, sonrió una señorita de cincuenta y cinco años. Ni pedo, dije, abriendo mi billetera y pagando.

Subimos al salón principal y estaba absolutamente solo, eramos los únicos clientes. Había una chica meneando el cuerpo sobre una pasarela con un tubo en el centro. La música no era mala, era culerísima. Uno de los meseros se nos acercó para asignarnos una mesa, lo cual se me hizo una pendejada, ya que podíamos escoger cualquier mesa, no había nadie en el putero.

Al sentarnos se acercaron como seis bailarinas.
¡Creo que les caimos bien!, dijo el Bruce, con una sonrisa no muy bien definida. Todos soltamos una carcajada.
Por lo regular las chicas en este tipo de lugares eligen a sus clientes, esta vez teníamos la oportunidad de elegir a la chica que quisieramos.

El Diablo sentó a dos chicas en sus piernas y comenzó a platicar con ellas, ignorandonos completamente, el Bruce cerro los ojos y se quedó dormido.
Se acercaron más chicas a la mesa y todas se querían sentar.
Un poco molesto dije: ¡Esperen, sólo quiero platicar con una de ustedes!, extendí la mano y tome de la mano a una chica rubia. Le pregunté: ¿quieres acompañarme? , la chica sonrió y me dió un beso en la mejilla.
Hola ¿cómo te llamas?, me preguntó con una linda sonrisa.
- Alex, y tú? , respondí.
- ¡Marge!, me respondió acariciandome la cara suavemente, sentandose junto a mi.
- ¿Quieres un trago?, le pregunté mirando fijamente a sus ojos.
- ¡Seguro!, levanto la mano y el mesero estaba junto a nosotros en un abrir y cerra de ojos.
Me das un vodka con jugo de naranja porfavor, la chica le cerró el ojo al mesero.
- ¿Para el caballero?, preguntó el mesero, - un bourbon directo porfavor, dije sin titubeos. El mesero se alejó.
 ¿A qué te dedicas?, me preguntó la rubia.
- Soy un vagabundo, conteste su pregunta riendome burlonamente.
- ¡Ya! ¡En serio! ¿A qué te dedicas?, me contestó con una voz quejumbrosa.
- A ciencia cierta, no sé, hago un poco de todo, música, escribo y atiendo un bar, respondí subiendo un poco los hombros.
- ¡¿Eres músico?!, preguntó la chica efusivamente. (Sólo las chicas y los músicos sabemos perfectamente lo apasinados que somos en el sexo).
- Bueno, no sé si sea músico, pero lo que si soy, es un rockstar. Respondí mientra le guiñaba el ojo y le tocaba el cabello.
Creo que dije las palabras magicas, la chica me miraba admirada. Era ese tipo de miradas que no sabes si es de asombro o de duda. La chica volteó a ver al Diablo y le preguntó: !Oye¡ ¿A qué se dedica tu amigo?
- Ese cabrón es un rockstar, así que tratalo bien, respondió el Diablo con su sonrisa diabólica.
Marge me miró a los ojos y me preguntó: ¿Qué tocas?
- Te refieres a ¿la música? o ¿al instrumento?, respondí suavemente en su oido.
- Las dos cosas, respondío Marge dandome un beso entre la mejilla y la boca.
- Si soy un rockstar, obvio toco rock, y soy guitarrista. Pero lo qué más me gustaría tocar, es tu piel. Respondí mientras le tocaba un muslo.
¡Sus tragos señores! interrumpió abruptamente el mesero. ¿No sé porqué los meseros tienen esa capacidad de desintegrar una plática cuando esta está en su climax?.
Marge tomó su trago y me dijo: ¡Salud!, chocando su vaso contra el mio.
-Salud, contesté mientras me tomaba la mitad del bourbon de un solo trago.
- ¿Quieres un baile mi amor?, me preguntó la rubia tocandome la pierna.
- Sólo si me dices mi nombre. respondí.
- Alex, tu nombre es Alex, y eres un rockstar. respondió.
Me tomó del brazo y nos dirigimos hacia los cuartos privados a un paso apresurado. Llegamos al privado y se sentó junto a mi,  me acariciaba la espalda mientras terminaba la canción que pasaba. Cuando terminó la canción y comenzó la nueva Marge me comenzó a bailar de una manera exótica, pero muy falsa. La tome de una mano y le dije: Marge, o como te llames en la vida real, te pido de favor que no actues en este baile, sólo disfrutalo al igual que yo, sólo siente como te mueves. Marge me miró y me dió un beso en la boca, se quitó la ropa y lo único que hizo fue abrazarme. Me abrazó hasta que terminó la canción. Fue una sensación muy extraña, sentir como una completa desconocida me abrazara honestamente, desnuda, sin nada que esconder. En ese momento me hubiera gustado que la canción durara doce minutos, algo así como " the gift" , una canción de los velvet underground. Pero no, en los puteros suenan canciones culeras de tres minutos.
Marge se despegó de mi y mientras se vestía me dijo: Esto no se puede hacer en mi trabajo, pero porfavor anota mi número y mandame un mensaje ahora que salgas, quiero una noche contigo. Saqué mi teléfono del bolsillo de mi pantalón y me lo dictó. En ese mismo instante le envié un mensaje, y dije: ¡Listo! tienes mi número.
Salimos del privado y vi como mis amigos ya estaban pagando la cuenta, creo que no estuvimos más de treinta minutos en el lugar. Me acerqué a ellos, tomé la otra mitad de mi bourbon, puse mi parte de la cuenta y nos largamos. Mientras salíamos vi de frente a Marge y le guiñé el ojo.
Al día siguiente mientras hacia mis cosas pensaba en lo que había pasado la noche anterior, y sabía que no iba a pasar nada con esa chica. Pasó el viernes y el sábado y la rubia ni sus luces.
El domingo estaba cansado, había tenido un fin de semana de desvelos, así que decidí dormir a una hora razonable, quizá a las once de la noche. Por lo regular sufro de insómnio, pero ese domingo dormía como un bebé .
Dentro de mis sueños se escuchaba un teléfono, pero me percaté que en verdad sonaba mi teléfono, que no era un sueño.
Eran cerca de las cuatro de la madrugada, me levanté con el corazón alterado. A esa hora por lo regular llaman los borrachos que se equivocan de número, mi amigo el Tijuano, que también es un borracho y sólo llama para seguir la fiesta o algún familiar para dar una mala noticia. Tomé el teléfono rápidamente y gran sorpresa, ¡Era Marge!.
¡Bueno! Contesté con una voz muy rasposa.
- ¿Estabas dormido?, me preguntó Marge.
- No, estaba esperando tu llamada, respondí entre una risa y un bostezo.
- ¿Puedo pasar a visitarte en unos veinte minutos?, me preguntó apresuradamente.
- ¡Claro!, te paso mi dirección en un mensaje, respondí.
Colgamos y le envié la dirección.
Qué puta suerte la tuya, me dije mirandome en el espejo del baño, mientras me lavaba los dientes y me echaba un poco de agua en la cara para despertar.
Como a los treinta minutos sonó el timbre de mi departamento, salí en boxers y una playera para recibirla. ¡¿Siempre recibes a tus invitados con esa vestimenta?!, me preguntó con una sonrisa en la boca. - No, sólo a tí, responí mientras abría la puerta.
Entramos al departamento y me dió un largo beso en la boca. Se quitó la chamarra y la colocó en un sillón.
¿Te ofrezco algo?, pregunté.
-Sólo quiero dormir, pero antes dejame bañarme, respondió mientras me daba un abrazo.
Marge iba preparada, llevaba un maleta con cremas y cosas de mujeres, también tenía una toalla de baño.
Esperame en el cuarto, ¡ahora voy!, me dijo con una voz muy dulce.
Llegué a la recamara y comencé a leer un libro que estaba por terminar. Poco después llegó Marge a la habitación, completamente desnuda, con un olor a mujer limpia. Se tiró en la cama junto a mi y me comenzó a besar. No sé en que momento yo ya tenía un preservativo puesto y estaba dentro de ella.
Cuando terminamos nos quedamos completamente dormidos.
Al día siguiente nos despertamos y tuvimos sexo de nuevo, después nos dimos un baño y la invité a desayunar. Era uno de mis típicos desayunos de las dos de la tarde.
Mientras comíamos me preguntó: ¿Qué opinas de mi?
- ¿Opinar de qué? respondí antes de dar una mordida a mi desayuno.
- ¡Si! de mi, de mi persona!, afirmaba poniendo firmes las manos sobre la mesa.
- No lo sé, es el primer día que estoy contigo, sería muy aventurado darte una respuesta. ¡No nos conocemos!, le dije mientras tomaba mi taza de café.
- Pero ¿qué sentiste ayer y hoy mientras haciamos el amor? preguntó insistentemente.
- Bueno, sentí rico. respondí con una sonrisa en la boca.
- No hablo de la parte corporal, hablo de sentimientos.
- ¿Cuales sentimientos?, si no tengo ni veinticuatro horas de conocerte, contesté un poco alterado.
- ¿Porqué los hombres no toman en serio a las mujeres como yo?, me preguntó con una cara desencajada.
- Bueno, la verdad es que te conocí en un putero y creo que parte de ese negocio es no mezclar sentimientos con el trabajo, en este caso tu trabajo, es el sexo, respondí tranquilo mientras la veía a los ojos.
- ¿Qué clase de persona eres?, preguntó con un tono agresivo.
- Soy un rockstar común y corriente, responí sarcasticamente.
- Eres es un tipo de mierda, un pendejo acomplejado,  gritó mientras se levantaba de la mesa.
Salió a un paso apresurado del restaurante. La vi alejarse con su maleta. La gente me miraba, yo los ignoraba mientras le daba un sorbo a mi café.
Nunca supe más de Marge, pero aún sigo esperando su llamada, y no es que sienta algo por ella, el tema es que se olvidaron sus aretes en mi casa.

* Zazá, un lugar ubicado en el DF, donde asisten personalidades inigualables.